Un día, no sabes cómo, está enfrente la mujer de tu vida y lo sientes, lo sabes aun antes de que empiece a hablar. Tu mente se asoma a mirarla y te grita con la fuerza de sus
neuronas que ella es, que sí, que ella es.
Tú no andas en busca de nadie y eres feliz con la vida que llevas. Todo está bien, eso crees, hasta el momento en que ella se para frente a ti y sonríe.
No puedes hacer nada, salvo mirarla, adorarla,
quererla para ti, sonreír inseguro y nervioso. Tu mente empieza una carrera contra el tiempo para no dejar que se vaya, para que ella se fije en ti. Cantidad de ideas y palabras pasan frente a ti en busca de una palabra que decir. Pero sólo callas y sonríes hasta que ella te habla y te toma de la mano para llevarte a un nuevo mundo.
Tú sólo la sigues, ella hace todo por los dos, estás hipnotizado y no puedes hacer otra cosa que reír y decir de cuando en cuando un par de palabras que no se entienden.
Estás enamorado y aún no lo sabes, pero ella y tu mente sí.
Tú no andas en busca de nadie y eres feliz con la vida que llevas. Todo está bien, eso crees, hasta el momento en que ella se para frente a ti y sonríe.
No puedes hacer nada, salvo mirarla, adorarla,
quererla para ti, sonreír inseguro y nervioso. Tu mente empieza una carrera contra el tiempo para no dejar que se vaya, para que ella se fije en ti. Cantidad de ideas y palabras pasan frente a ti en busca de una palabra que decir. Pero sólo callas y sonríes hasta que ella te habla y te toma de la mano para llevarte a un nuevo mundo.
Tú sólo la sigues, ella hace todo por los dos, estás hipnotizado y no puedes hacer otra cosa que reír y decir de cuando en cuando un par de palabras que no se entienden.
Estás enamorado y aún no lo sabes, pero ella y tu mente sí.
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