Un
río de rabia, de furia contenida, de inmensa ira me recorre las
entrañas. Un río cargado de frustraciones, de “no se puede”
interminables, de esos nos de los que está compuesta la vida. Porque
soy la suma de los sueños que nunca serán, de los besos que no
pasarán de ser besos, de las ideas que a pesar de ser buenas se
mueren a la espera de su oportunidad.
Tengo
un deseo de lanzarme a ese río y nadar de un lado al otro gritando,
luchando, peleando. Morir intentando llegar al otro lado de los
sueños. Y no dejar que la tristeza me siga besando cada noche hasta
altas horas de la soledad.
La
vida es en realidad todo lo que nunca seremos, lo que nunca nos será
dado, tu ausencia, la distancia insuperable de los amores imposibles.
La vida es todo lo que soñamos y no vivimos; y los sueños son la
vida que se pierde en el olvido.
Hay
días en que la vida no me gusta. En que me despierta de mis sueños
y me roba la felicidad. La detesto. No soporto entonces la existencia
y quisiera correr correr y no parar nunca hasta volar y devolverme a
la nada. A la infinita nada de la que salí un día. ¿Para qué la
vida, la poesía y yo, si no estás a mi lado?
Soy
un río de rabia, de furia contenida, de inmensa ira que separa mi
vida de mi otra vida, porque hoy no estás a mi lado, porque te amo y
estás tan lejos. Y sé que los dos lo sabemos: que el amor no es
capaz de llevarnos el uno al lado del otro, porque los sueños
caminan para un lado y la realidad para el otro lado.
Pero
también sé que un día me lanzaré a ese río que soy y sólo
volveré contigo en los brazos o no volveré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario